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DEBERÍAMOS VIVIR MIRÁNDOLO TODO COMO SI LO ESTUVIÉSEMOS CONTEMPLANDO POR PRIMERA VEZ O POR ÚLTIMA

viernes, 18 de febrero de 2011

Una convocatoria literaria:Este jueves un relato "WORLD BUILDER"


Nacieron gemelas siamesas unidas por el tórax; por suerte no estaba implicado ningún órgano ni vaso importante por lo que la cirugía separó sin problemas sus cuerpos aunque no pudo separar sus almas. Antes de hablar ya tenían su idioma propio y más tarde, cuando hubo que comunicar con “los otros” una empezaba la frase y otra la terminaba, tal era su conexión. Pasaron las mismas enfermedades, se enamoraron de dos gemelos, estudiaron la misma carrera e incluso tuvieron una hija cada una por las mismas fechas; vivían la vida al unísono aunque las separaran cientos de kilómetros. Hablaban diariamente durante horas, se mandaban correos, pero para las cosas importantes, para los sentimientos, jamás les hizo falta intermediario: eso lo sentían en las entrañas, sentían el dolor, la alegría, la angustia de la otra como propia.
Por eso aquella noche en que despertó sobresaltada, con la sensación de caer cada vez más rápido por un túnel sin fondo, gritó aterrorizada. Tranquila, es una pesadilla, le había dicho su marido. Pero no, eso era diferente, aquel dolor de cabeza insoportable, el miedo que le encogía el cuerpo… eso era otra cosa. Antes de descolgar el teléfono ya lo sabía. Un coche derrapó bajo la lluvia ; su hermana estaba en coma.
Tomó el primer avión y corrió a su lado. Estuvo meses junto a aquella cama, ni familia, ni trabajo, nada importaba sino aquel cuerpo idéntico al suyo que se consumía inmóvil. Percibía el terror de una mente viva atrapada en un cuerpo muerto. No podía irse porque ella era su única salvación; en los momentos en que la sentía caer en la angustia suprema, remontaba su mente igual que un pájaro llevando entre sus alas la mente de su hermana, y juntas volvían a los días felices, a la playa en que jugaron de niñas, a la vieja casa de la abuela…, ella conseguía recrear el mundo para su hermana, podía llevar el mensaje de los sentidos a aquel espíritu suspendido entre dos dimensiones.
Y ahora esto. El protocolo del hospital, - “Su hermana está clínicamente muerta”. Lloró, suplicó, exigió, recurrió a todo lo que podía ofrecerle una posibilidad, pero una orden del juez acabó con sus esperanzas. El psiquiatra del hospital intentó consolarla ¿qué sabía él? ¿acaso había podido entender lo que es tener un cuerpo con dos almas o un alma repartida en dos cuerpos? Se rió en su cara cuando él le dijo que todo era producto de su mente, seguro que eso acabó de convercerlo de que estaba loca. Su ciencia no le permitía intuir que la realidad no es más que un sueño de la mente, y ella podía soñar por su hermana. ¿qué era estar vivo, pues?
Rendida, apoyó la frente en la cama, sobre la mano inerme de su igual. Quizá se durmió, seguramente. En el sueño, su hermana estaba de pie a su lado, cubierta con una pesada capa oscura. Con esfuerzo consiguió zafarse de ella y emergió radiante, con la belleza que tuviera en su juventud. Sonrió y la besó en la boca. Se deslizó, etérea, hasta la ventana y allí, envuelta en un rayo de sol, nimbada por el polvo dorado, poco a poco fue fundiéndose en luz.
La pequeña comitiva que entró en la habitación la despertó; unos minutos después el pitido continuo de los monitores anunciaba la partida de su hermana… un frío intenso se apoderó de ella, abismos negros cayeron sobre su pecho ahogándola, intentó gritar, agarrarse a algo, pero la vida huía también de su cuerpo. En el colmo de la agonía, un lejano punto de luz, agrandándose, succionándola, llevando de nuevo el aire a sus pulmones. Una mano conocida, la de su querida gemela o quizá la suya propia, surgiendo de aquella nada luminosa, la conducía de vuelta a la vida. Sintió la caricia de un beso en su boca y abrió los ojos al mundo, esta vez …sola.


jueves, 17 de febrero de 2011

VENGANZA


-Mira, Rosita, ya me sale. Chun, chun, chun, chuchuchun….
Detrás de la persiana, ella y su madre se reían intentando no hacer ruido. Era una pesada tarde de agosto y por los balcones abiertos no entraba ni un soplo. Del piso de enfrente seguían saliendo los rasgueos patéticos que Paco arrancaba (en el más doloroso de los sentidos) de una martirizada guitarra.
La historia tenía su miga. En aquel piso vivía un matrimonio ya mayor, sin hijos, y como eran tiempos duros pensaron en amortizar la vivienda poniendo un realquilado. El susodicho, de nombre Paco y andaluz de los sosos, era un soltero viejo que con el tiempo acabó siendo el amante (o el “querido” como se decía entonces) de la Rosita. El marido, inevitablemente enterado del asunto, tuvo que mirar para otro lado, pues su mujer era la dueña del piso y su magro sueldo de oficinista no le daba para más alternativas. Y así pasaron a ser conocidos en el barrio como “la vinagrera”, interpretación socarrona que dio el vecindario a aquel trío que paseaba en amor y compaña: la Rosita en medio, mujerona alta y de busto más que prominente, flanqueada por marido y amante, ambos flacos y esmirriados. No faltó quien dijo que aquellos dos equivalían a uno. Y es que, a pesar de que eran años de misa y moralina, la gente de a pie era indulgente con los pecados de la carne.
-Rosita, escucha, ya me sale “Maria de la O”….chun, chun, chunchun, chun chun….
Nuevas risas sofocadas detrás de la persiana.
–Si todo lo hace igual este Paco, va arreglada la Rosita. Venga, salgamos al balcón, que ya dan los cuartos en el reloj de la plaza.
Se acodaron en la barandilla, el espectáculo estaba a punto de empezar; no eran las únicas que con el cuento del calor se asomaban a aquella hora. Las campanadas acababan de dar las cuatro y como si estuviera sincronizado con el mecanismo, el marido de Rosita salió por la puerta de la calle. Insignificante en su traje barato y su eterno sombrero, enfiló la acera con sus pasitos cortos y saltarines que le hacían parecer un jilguero con maletín. ¡Ahora, ahora! Llegó a la esquina y dejó con solemnidad la cartera en el suelo, se dio media vuelta y con gesto frenético hizo varios cortes de manga en dirección al piso que emitía los ayes (de dolor) de la guitarra. Hecho esto, recuperó su flema habitual y su cartera y dobló la esquina.
Miradas divertidas y guiños entre las vecinas asomadas.
– Mira, Rosita, ahora la “Bien Pagá”… chun, chunchun, chun….

martes, 15 de febrero de 2011

NUESTRAS BABUCHAS


Un pobre comerciante de Bagdad tenía unas babuchas maltrechas y remendadas que eran objeto de burlas, al punto que ni siquiera él tenía valor para mirarlas. Pero todos sus intentos de deshacerse de ellas habían acabado fatal. Cuando las tiró por la ventana fueron a dar contra la cabeza de una mujer, la hirió y fue a la cárcel. Cuando las tiró al canal, atascaron el desagüe principal y la ciudad se inundó, por lo que volvieron a encarcelarle. Por fin decidió que para librarse de ellas, lo primero que tenía que hacer era aceptar que eran suyas y luego olvidarse de ellas. La clave de la felicidad es aceptar vuestras babuchas: lo que sois, vuestro aspecto, vuestra familia, las dotes que tenéis y las que no tenéis. Si seguís repitiendo que vuestras babuchas no son vuestras, moriréis buscando y amargados, creyendo siempre que os habían prometido más. No sólo se convierten en nuestro destino nuestras acciones, sino también nuestras omisiones.

(resumen libre de un párrafo del libro “Hijos del ancho mundo”, de Abraham Verghese)

miércoles, 9 de febrero de 2011

Una convocatoria literaria:Este jueves un relato:"besos".


Quinta planta. Salió del ascensor y enfiló el largo pasillo que terminaba en el despacho de ella. Otra vez el cosquilleo en el estómago ¡se hacían tan largos los días esperando el momento de verla! Era un hada, tan rubia, tan delicada…el primer día que la vio se enamoró de aquellos ojos que parecían concentrar toda la luz, de aquellos gestos de princesa. La contempló a través de la cristalera, ah, si él tuviera el valor de….

Se quedó de pie, mirando sin ver los edificios de enfrente. Lo hubiera imaginado todo menos eso. Nunca debía haberse dejado llevar, pero lo amaba tanto y desde tanto tiempo, a duras penas lograba ya sujetar sus sentimientos. Ayer debió volverse loca, pero fueron un cúmulo de situaciones… era tarde, había que terminar el informe, estaban solos en la planta… no pudo resistir cuando él le puso la mano en el hombro y le agradeció su colaboración: no pensó, sólo lo abrazó y lo besó apasionadamente. El se puso rígido y la miró confundido, pero ella volvió a besarle, con desesperación, ya no le importaba nada. Poco a poco él empezó a corresponderla y terminaron haciendo el amor sobre la mesa. ¡Por Dios, qué locura! Esta mañana su ánimo estaba en plena zozobra, cómo llegaría él, qué se dirían… estaba tardando mucho y se moría de impaciencia. Llegó a media mañana y al verle supo que algo andaba mal. Cerró la puerta tras de sí y se plantó delante de su mesa, sin mirarla : Mmmmm, verás, siento mucho lo de ayer… sabes que soy un hombre casado… felizmente casado y lo de ayer fue una equivocación. Supongo que debes sentirte muy violenta teniendo que trabajar juntos, así que acabo de hablar con el Jefe de Marketing: le parece muy buena idea que trabajes para él, eres una estupenda secretaria ejecutiva y seguro que en ese departamento tendrás más posibilidades de promoción. Ahora, por favor, puedes empezar el traslado. Cuando encontremos a tu substituta ya le darás instrucciones.

Llamó a la puerta y entró empujando el carrito de la correspondencia. Ella ni contestó, estaba muy quieta, mirando por la ventana. Cuando se dio la vuelta la vio llorando. El corazón se le encogió, fue un impulso… la abrazó y la besó torpemente. Ella se apartó irritada y le empujó – pero, ¿Qué te has creído? Largo de aquí ¡largo de aquí ahora mismo!

-¿Te pasa algo, chico? – No señor…. es….la alergia, gracias – La alergia…, ¡y que más…! El chico estaba llorando. Era uno de los becarios le parecía. Ah, sí, el que reparte el correo. A saber que le pasará. - Planta baja.

sábado, 5 de febrero de 2011


Gracias por tu premio, Chelo. Me sale aquello de "agradecida y emocionada, solamente puedo decir: gracias por venir" hasta con su música y todo, pero quizá quede poco serio... La verdad es que ha sido un detalle estupendo. A ver si me hago merecedora con los 7 secretos:

1.- Soy una optimista irredenta. Dicen que un optimista es un pesimista mal informado, pero lo siento, aunque esté informada y toque fondo, tengo un salvavidas genético que tarde o temprano me remonta. Lo he comprobado en situaciones límite que he pasado y funciona, por lo que doy gracias a mis genes.
2.-Me gusta la gente, pero tengo que reconocer que me siento muy bien estando sola. A veces me pregunto si demasiado bien.
3.-Odio la burocracia y mi peor rato sería ir al Banco o a Hacienda
4.-Dicen que sé escuchar. Pero yo no suelo contar mucho de mí, no tengo esa necesidad. Entiendo que algún amigo lo interprete como falta de confianza, pero no es así.
5.-A veces soy demasiado independiente, suelo necesitar mi espacio de vez en cuando.
6.-A veces tambien, tengo tendencia a "tomar el mando" ...
7.-Soy absolutamente incondicional de los míos, creo que es mi mejor cualidad.

Bueno, para no gustarme hablar de mí no está mal. Lo de los quince blogs me temo que no podré cumplirlo porque están bastante repetidos con los de Chelo....

miércoles, 2 de febrero de 2011

Una convocatoria literaria:Este jueves un relato: "Sentencias."


ARRIEROS SOMOS Y EN EL CAMINO NOS ENCONTRAREMOS


Cerró la puerta tras despedir al paciente y suspiró. Eran las ocho y aún le quedaba una visita, primera visita además, así que llamó al club de tenis para anular la reserva de pista y luego a su mujer para avisarle del cambio de planes. Hecho esto salió para recibir a su nuevo paciente y… se quedó de una pieza. Era él, estaba seguro, a pesar de la barriga, de los escasos cabellos y del rostro envejecido. Esta certeza despertó recuerdos que llevaba años reprimiendo: se vio a sí mismo en medio del patio, inmovilizado por varios chavales mientras él le bajaba los pantalones “Culo gordo, culo gordoooo “; todos se reían pero él quería morirse, morirse de una vez allí mismo. Cuatro años solo en un rincón del patio, nadie se atrevía a desafiar al gallito de clase por un retaco gordo con gafas de miope y voz de flauta. Se obligó a volver al presente y le estrechó la mano. Aquella mano le había empujado, pellizcado y apuñeteado durante todo el bachillerato, por suerte era un zoquete y no pasó ni la reválida. Ir a clase era un verdadero tormento entonces, por eso se refugió en los libros, para demostrarse a sí mismo que valía para algo. “Escúpele en el bocadillo, que a ese cerdo le da igual, con tal de hartarse. ¡Gordo, gordooooo, cuatrojos!”. Le invitó a pasar cuando se dio cuenta de que el hombre estaba desconcertado, no entendía que hacía el médico allí plantado sin soltarle la mano. Tras él venía un chiquillo de unos ocho años, gordo, cabizbajo, buscando fundirse con el mobiliario para pasar desapercibido. Un sentimiento de ternura le invadió, casi siempre era lo mismo: parecían pedir perdón por existir, no entendían por qué estaban prisioneros en ese corpachón que les hacía ridículos y torpes a una edad en que todos sus compañeros eran ágiles y esbeltos.

¿Qué le pasaba a ese médico? Si no fuera porque el pediatra le había recomendado expresamente que viniera… “es el mejor” le había dicho. Y él quería lo mejor para su nieto, así se lo había prometido a su hija aquella noche en el hospital. Bueno, es el colmo, ¿por qué me mira de esa manera?. El caso es que esa cara me suena…. Me mirará así porque no soy el tipo de gente que viene a su consulta… todos unos pijos, seguro. Al menos parece un experto y con el chico se entiende…

Bien, pues por hoy hemos terminado. Les acompaño. Dame la mano, chico, ya verás como el curso que viene, si tú haces todo lo que yo te diga, pero todo, todo, ya nadie más va a llamarte gordo, ni se van a reír de ti.- el niño le miró maravillado: ¿cómo sabia eso el doctor? Si ni tan sólo al abuelo se lo había contado, por mucho que preguntara cuando lo sorprendía llorando en la cama, ni cuando se extrañaba de que no viniera ningún amigo por casa.- Yo de pequeño también era un “gordo”, y había un bruto que se rió de mí y me amargó la vida durante cuatro años en los jesuitas, le llamaban “el cachas”… - levantó la vista a tiempo de ver como el hombre enrojecía violentamente. – Pero tú no te preocupes, yo sé la manera de salir de esto- sonrió.- yo lo hice. Ese “cachas” fue mi motivación para hacer dieta, ir al gimnasio, operar mis ojos, especializarme en endocrinología infantil : quería hacer todo lo posible para que ningún niño pasara por lo que yo pasé. No tomes en cuenta a los que se burlan de ti, las cosas cambian con el tiempo, te lo aseguro, si uno tiene tesón y paciencia… y no les odies, ellos son más desgraciados que tú porque no tienen sentimientos. Mi abuela, que no sabía leer pero era muy lista, siempre decía “Arrieros somos y en el camino nos encontraremos” . Hasta la próxima semana, campeón, y dile al abuelo que te explique lo que es un arriero.

Verán más historias en el blog de Gustavo http://callejamorán.com/