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DEBERÍAMOS VIVIR MIRÁNDOLO TODO COMO SI LO ESTUVIÉSEMOS CONTEMPLANDO POR PRIMERA VEZ O POR ÚLTIMA

viernes, 28 de mayo de 2010

HIJOS

¿Serías capaz durante siete años de entregarte a alguien sin reservas, de darlo todo, sin limites, sin dudas ni temores, sabiendo que esa persona a la que quieres más que a nada en el mundo olvidará casi todo lo que habéis vivido juntos? ¿Aceptarías que tus atenciones, tus gestos de amor se borraran de su memoria, y que la naturaleza, a la que le horroriza el vacío, llenara un día esa amnesia con reproches y anhelos no cumplidos? Consciente de que todo ello es inevitable ¿encontrarías pese a todo la fuerza de levantarte en mitad de la noche cuando la persona a la que quieres tiene sed, o simplemente una pesadilla? ¿Tendrías ganas todas las mañanas de prepararle el desayuno, de velar por distraerla todo el día, divertirla, leerle cuentos cuando se aburra, cantarle canciones, salir porque necesita que le de el aire, incluso cuando hace un frio helador? Y, al llegar la noche, ¿Ignorarías el cansancio, irías a sentarte al pie de su cama para aplacar sus miedos y hablarle de un provenir que, irremediablemente, vivirá lejos de ti?

Cuántos días y cuántas noches pasados velando por vosotros, al acecho del mas mínimo peligro que pudiera amenazaros, mirándoos, ayudándoos a crecer, secando vuestras lágrimas, haciéndoos reír, cuántos parques en invierno y cuántas playas en verano, cuántos kilómetros recorridos, cuántas palabras repetidas, cuánto tiempo dedicado a vosotros. Y, sin embargo, sin embargo… ¿a qué edad se remontan vuestros primeros recuerdos de infancia?

¿Te imaginas hasta que punto hay que amar para aprender a no vivir más que por vosotros, sabiendo que lo olvidareis todo de vuestros primeros años, que en los años venideros sufriréis por lo que no hayamos hecho bien, que llegará un día, irremediablemente, en que os separareis de nosotros, orgullosos de vuestra libertad?

Me reprochas quizá mis ausencias ¿sabes como se sufre el día en que los hijos se van? Uno esta ahí como un idiota en la puerta mirándoos marchar, convenciéndose de que tiene que alegrarse de esa partida necesaria, amar la despreocupación que os empuja y a nosotros nos desposee de nuestra propia carne. Una vez cerrada la puerta hay que volver a aprenderlo todo, volver a aprender a amueblar las habitaciones vacías, a no acechar ya más el ruido de vuestros pasos, a olvidar esos crujidos tranquilizadores en la escalera cuando volvías tarde por la noche y uno se dormía por fin tranquilo, mientras que ahora tiene que tratar de conciliar en sueño en vano, puesto que ya no volveréis.

Del libro "Las cosas que no nos dijimos", de Marc Levy

Os es familiar todo esto ¿verdad?


3 comentarios:

  1. Ya lo creo que nos es familar.. aunque mi hijo es solo de corazón, que no de panza.... y por cieto acaba de llegar que se va a una boda mañana a Salamanca y oy duerme aqui pero mañana cuandos vaya quedare con cara de boba jajajaja Un besote guapa!!

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  2. Yo lo he pasado dos veces, y siiiii que me suena.

    Pero es ley de vida, y si van a independizarse, es bueno, porque van a vivir su vida.

    Las madres, tan si somos de panza como si no, la que se siente madre, sufre siempre por todo

    Besitos , guapa

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  3. Ay los hijos... ese cordón umbilical que nunca se acaba de cortar y que sólo se desprenderá cuando marchemos de este mundo... Pero, que caray! entre nosotras... a que son lo mas guapo,inteligente,simpático,casi perfecto que hay en el mundo? pues apa! a gozar de la vida que hemos hecho el mejor trabajo! y siempre quedará algo de nosotras a través de ellos, no lo dudeis!!
    un petonás a totes les maretes del blog!

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