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DEBERÍAMOS VIVIR MIRÁNDOLO TODO COMO SI LO ESTUVIÉSEMOS CONTEMPLANDO POR PRIMERA VEZ O POR ÚLTIMA

miércoles, 9 de marzo de 2011

Una convocatoria literaria:Este jueves un relato: ELLA


Le aparcaron la silla de ruedas en el rincón de los rosales, al sol, como cada mañana. En su cascada de días monótonos y nebulosos, aquellos momentos eran los únicos que tenían vida: allí, al sol, que le calentaba lentamente la sangre perezosa y los huesos castigados. Poco a poco le volvía la vida y con ella los recuerdos: no era capaz de recordar qué había comido en el desayuno, ni siquiera si lo había tomado, pero su vida anterior a aquel geriátrico estaba viva hasta el detalle en su memoria y volvía día tras día a su mente. Nació mujer, pobre y en unos años oscuros, sólo eso ya era una condena. Sus hermanos varones pudieron ir por un tiempo a la escuela antes de empezar a trabajar los campos, sabían leer y contar, por muy torpemente que lo hicieran. Ella no, ella desde que podía recordar ayudaba a madre en la casa o iba con las cabras al monte. Al llegar a los diecisiete, su padre decidió casarla con un vecino, cuarentón, hosco, con la dentadura podrida. A cambio la familia recibiría un huertecillo al lado del río, que aseguraba fruta y verdura para todos. Madre lloró y suplicó que no casara a su chica con aquel bestia, pero padre dio un gran puñetazo en la mesa “Una boca menos, un huerto de más y comida caliente para la muchacha el resto de su vida”. Así acabó la discusión y ella pasó a su marido casi en calidad de bestia de carga: trabajó sus campos, cuidó su casa y sus animales y le parió nueve hijos. Como siempre que llegaba a ese punto, una lagrimilla asomaba a sus párpados legañosos. A los dos mayores se los mataron en la guerra, tres murieron de chicos: uno al nacer y dos de garrotillo. Los otros se dispersaron por las capitales, buscando el futuro que el campo les negaba. Y el último, su Juanillo… si él supiera que estaba aquí, sola y vieja… seguro que iba a sacarla para llevarla con él. Siempre fue su niño querido, tan dulce y sensible, siempre detrás de ella, entre cazuelas y escobas. Su marido les observaba con gesto torvo, hasta que se levantaba, se sacaba el cinturón “¡¡¡ Maricón, más que maricón!!! Y tú, a saber con quién me habrás engañado para parir a ese mostrenco…” Y la emprendía a zurriagazos con el chico y con ella, más con ella porque intentaba proteger al niño con su cuerpo. Así una vez y otra, hasta que un día, con quince años, su Juanillo se marchó; se despidió de ella llorando y ella lo entendió: le dio las pocas pesetas que guardaba en una lata y se sentó mirando el fuego hasta que no le quedaron lágrimas. Y se quedó sola, primero marcharon sus hijos y luego, al menos un alivio, murió su marido. Vendió sus pocas tierras para pagar el entierro y adecentar la casa y se puso a jornal, en el campo, en el lavadero, en la matanza… y así años y años, hasta que su cuerpo dijo basta y el mosén movió sus contactos para meterla en el asilo. No…, geriátrico le llamaban ahora....

- ¡Manuela¡ Uy, por Dios, que no me he olvidado de ti ni quiero que te pongas negrita como una faria, aquí al sol – la risa atropellada de Eva, la cuidadora, que llegaba corriendo para empujar su silla otra vez de vuelta al comedor- Es que hemos tenido reunión con los del sindicato, y no veas que lío… qué suerte has tenido, Manuela, de no tener que trabajar en una empresa, a sueldo…..

Otras mujeres en http://callejamoran.blogspot.com

22 comentarios:

  1. Debo tener un día tonto porque se me han saltado hasta las lágrimas y las sirenas no lloramos, que ¡bastante agua salada tenemos!, corto, intenso y emocional, el final perfecto, nadie estamos contentos con lo que tenemos, lástima que ahora a la historia se le de tan poca importancia en la preparación de nuestros jóvenes y no sepan de donde venimos, miles de besosssssssssss

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  2. Marisol, has plasmado fielmente la vida de muchas mujeres en cierta época, la sociedad rural de lo que dan por llamar la "España Profunda", cuantas historias como esa se pueden encontrar en las residencias, es algo que espero pueda ir desapareciendo en el futuro.
    Un beso

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  3. Marisol hija, cada día escribes mejor, haces vivir las situaciones "in situ" y sentir sus sentimientos, sus vivencias...
    Una historia que se habrá repetido muchas veces en nuestra España.
    Si no en una cosa, en otra, nos traerá a nuestra abuelas al pensamiento...

    Ser mujer...no ser nada...
    Me ha encantado y emocionado, querida amiga.
    Un besito.

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  4. Marisol historias parecidas,he oido contar, una mujer decia que cuando murio su marido al salir del cementerio se sacudió el polvo y se limpio los zapatos para no llevar la tierra pegada a ellos. ¿que vida pudo llevar? La narración ha sido envolvente hasta sentir como tu protagonista.
    Un beso lleno de emoción.

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  5. Ayyy que atrevida la desfachatez de esa enfermera. La mujer no tuvo vida, no, únicamente sufrimiento años y años...tantas como ella, y suerte del mosen, o ¿no? porque en el asilo, dejémonos de eufemismos, acaba sus días sola, pensado en ese hijo, pensando...la memoria que aún no le falla mirando para atrás.

    Marisol, molt emotiu cor endins aquest relat que evoca el patiment callat pero real de tantes dones nascudes en temps durs i cruels. Petons amiga.

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  6. Que triste acabar si, en un lugar donde los aparcan no reciben el cariño suficiente, y se van acabando poco a poco, cuando ellos dieron todo por sus hijos...
    Una realidad muy corriente por desgracia en nuestra sociedad que vamos quitandonos de enmedio a esos seres que les estorban...que pena!!! no saben que ellos seran los siguientes...
    Primavera

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  7. Pues yo he sentido rabia mucha rabia!!!!

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  8. He disfrutado leyendo este relato que me corroe por dentro. Desgraciadamente frecuente y que me provoca indignación. No sé si lo del asilo es una bendición o una maldición...igual encuentra en su cuidadra lo que no le han dado.
    Un besazo amiga

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  9. Matrimonios impuestos y vidas soportadas no queridas. ¿Qué mentalidad o qué necesidad justifica que un padre entregue a una hija como si de una mercancía se tratara?. ¿Qué obliga a una mujer a soportar tanta barbarie hacia su persona?. Diría que fueron épocas pasadas, si no fuera porque, lamentablemente, sigue sucediendo.
    Un abrazo.

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  10. La falta de respeto por los ancianos es algo que tarde o temprano acabaremos pagando, todos... Como muy dice el refrán: "Arrieros somos..." y mal asunto si no llegamos a serlo. Son muchas las mujeres que nunca lo tuvieron fácil; luchando toda su vida, para que, una vez mayores, se vieran como Manuela... en un asilo, aparcadas en un rincón.

    Es un relato que toca el lado más sensible, porque tal vez, existen, por desgracia, demasíadas Manuelas.., olvidadas por todo el mundo.

    Enhorabona pel teu relat, i molts petons, Marisol.

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  11. Molt be noia! Son uns relats extraordináris, escrits amb tanta sensibilitat que costa molt poc posarse dins el personatge. Et felicito! (una trucada teva, quines coses te la vida ...)
    Segueix fent treballar aquesta imaginació que tens tan fèrtil per un be teu i dels teus fervents seguidors. Una abraçada!

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  12. ... es que si esas paredes hablaran, las de historias que contarían. La tuya hay sido buena, conmovedora, triste y realista. "Asi es la vida" para algunas ELLAS desgraciadamente.
    Un relato muy bien llevado. Ahora resta asumir su enseñanza...
    un fuerte abrazo

    (qué lindo el rincón desde donde nos visitas...y escribis.)

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  13. Un relato muy sentido. Es lo que tienen las demencias, se olvida lo de ahora; pero lo de atrás siempre permanece. Pobre mujer, no pudo disfrutar nada de la vida, vaya época, sobre todo si eras mujer.
    Un abrazo

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  14. A mi se me atragantó lo que estaba tomando. Que porquería de vida pobre mujer! Y ahora alli sola y recordando tristezas, y añorando a su hijito mas chico, que habrá sido de el? Habrá podido ser feliz por lo menos?
    Cuantas de estas historias de maridos a la fuerza (y encima con los dientes podridos ajjjj) habrá habido hace un siglo. Cuantas seguiran habiendo por todo el mundo? Asusta pensarlo.
    un abrazo

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  15. Gracias, jueveros. He paseado por vuestros blogs y me ha maravillado la de perfiles y matices que le habéis sacado a ELLA. De vuelta a esta mi casa, sólo puedo deciros que me siento orgullosa de haber nacido mujer, pese a todo. Espero que dejemos de ser la mitad silenciosa para formar parte de un todo luminoso en una humanidad por fin sabia.

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  16. He estado fuera y entro tarde a leerte y como siempre me ha encantado.
    He sentido una mezcla entre rabia y pena al leerlo que no puedo explicar . Un abrazo

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  17. Querida MariSol,yo soy de las tardonas en llegar a los jueves pero desde tu primer jueves te leo y cada vez me enganchas mas. En esta ocasión me has emocionado, pensar que muchas mujeres han vivido eso, estremece y si, fueron muchas, menos mal que los tiempos han cambiado para las mujeres y para los Juanillos y aunque aún queda mucho por andar estoy segura que pronto no habrá diferencias entre ellos y nosotras pero hay que seguir luchando 365 días al año.
    Preciosa, conmovedora y perfectamente narrada tu historia. Un besito guapa.

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  18. mientras te leía, iba pensando en eso tan típico y tópico que se llama LA ESPAÑA PROFUNDA. sí, es la españa profunda, pero da la casualidad de que esa españa, antes, cuando nació y vivió tu mujer, es que era así, casi toda españa era profunda...oscura, al menos , la mitad de la españa: es decir, las mujeres vivían en el oscuro mundo delimitado por el padre, el marido, el hermano...y quizá hasta el hijo....
    llama la atención eso de los 9 hijos. es lo que había. llama la atención eso de una ,mujer por un huerto. es lo que había. pero llama la atención a las generaciones , al menos, posteriores a mis 48, que no a mí.
    ah, me estaba intentando acordar de algo ...y es esto: siempre pensé que no hay derecho a que nuestros abuelos terminen en un asilo...que sí que conozco ese término...que terminen en un asilo olvidados, ya no de sus hijos, si no también de este estado del bienestar. y digo que no hay derecho por que ellos fueron los que en verdad dieron los pasos decisivos para que nosotros vivamos como actualmente vivimos.
    besos, marisol.

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  19. Marisol, me ha parecido un relato estupendo. Tus palabras que describen de una manera sencilla, sin artificios despiertan y hacen crecer a medida que transcurre el relato, la emoción profunda. Conmueve por su veracidad, porque las hay y las hubo tantas, ellas. Y es de esperar que su final sea acorde a una vida tan dura, que puede que en los pequeños gestos compense algo de todos los sufrimientos dados.
    Beso con emoción!

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  20. Buenas, tarde pero he llegado...
    Cuantas "ellas", se enganchan al pasado, sin querer ver el dolor de la soledad obligada, del olvido de quien se supone les quiere, ¿cuantos hay así?, no por decisión propia, sino porque son molestos y dan trabajo... Es triste, si, pero es la realidad.



    Besos

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  21. Qué suerte has tenido, dice la cuidadora. Dí que sí. Cuántas veces nos quejamos casi sin motivo, y nuestras vidas son de lujo en comparación con las de tantas Manuelas, olvidadas y abandonadas a su suerte.
    Triste y conmovedora historia la que nos has contado, bien contado.
    Un beso.

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  22. Muy bueno Marisol, me ha gustado mucho. ¡Qué vida tan dura la de algunas mujeres! bestias de carga como tú muy bien describes y dices, desde bien jóvenes.
    El giro final, con la cuidadora que la va a recoger y la ironía de la frase sobre la reunión con el sindicato, borda el texto.
    Me acordé de mamá en su silla de ruedas. Ella tuvo la suerte de que mi padre pudo ocuparse de ella hasta el final. No siempre es posible.
    Un abrazo solidario.

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