Salió de la casa antes del amanecer, como cada mañana. Le gustaba aquella hora irreal, en que la luz luchaba brevemente con las sombras antes de despuntar sobre ellas y terminar venciéndolas, Allá lejos, en la línea del horizonte, una ligera luminosidad rosada era el anuncio de ese momento mágico. El aire era puro y penetraba en él dotándole de una ligereza y una lucidez nunca antes experimentadas, y mientas andaba, hundiendo los pies descalzos en la arena tibia, imaginó lo que podía estar sucediendo en aquel mundo tan lejano ahora, tan fuera de su vida…
Sonrió tratando de reproducir la escena: el señor Manich entra en el pequeño restaurante de Silvestre, muy elegante con su traje italiano y su maletín de cuero, y pregunta por el dueño. El cocinero se sienta delante de él con el mismo gesto con que lo hizo aquel día memorable, y su administrador abre el portafolio y le muestra unos documentos: “firme aquí y pasara a ser suya esta cantidad, con ella podrá convertir este local en el mejor restaurante del barrio. También, si usted lo desea, podrá administrar esta otra cantidad en calidad de presidente de la Fundación de Ayuda a los Náufragos de la Vida, nadie mejor que usted sabrá reconocerlos y ayudarlos.”
La sonrisa desapareció de su rostro cuando pensó en su familia. Seguramente Marita estaría en pleno ataque de histeria tras conocer su legado: una pensión vitalicia del mismo importe que su sueldo, al fin y al cabo eso era lo único que había amado de él y con eso la dejaba. En cuanto a Héctor, sintió una punzada de duda con respecto a su actuación con él, pero seguramente era lo mejor para su formación: una cantidad en el banco depositada únicamente para costear cualquier carrera universitaria en la mejor institución. Quizá con el tiempo su hijo comprendería la intención que le guió al obrar así. De todos, modos, su fiel Manich le tendría al corriente de todo lo concerniente al chico.
Y solo de pasada, un fugaz sentimiento mezcla de conmiseración y asco al pensar en su antiguo jefe, don Manuel. Manich se encargaría de amargarle un poco la vida atacándole por su única parte sensible: la economía. Sólo para que sintiera un poco del miedo que había hecho sentir a tantos desgraciados. Posiblemente le hacia un favor.
Perla correteaba entre sus piernas, la única que le acompañó en su exilio voluntario. Realmente era un lugar paradisiaco. Se detuvo a contemplar el mar, eterno amante prodigando sus caricias a la playa de arena blanca, y se dispuso a saludar al nuevo día, su día, puesto que él era ya y por siempre su único dueño y señor.
Nunca dejaba de emocionarle ese espectáculo; debía ser alguna ancestral reminiscencia de los primeros hombres temerosos de que la bola de fuego que les daba vida, dejase alguna vez de reaparecer. El sol, con toda su majestad, se elevaba despacito de entre las aguas, cambiándolo todo con su presencia, dándole a todo lo existente una nueva dimensión. Se tendió en la arena con un suspiro: por fin la felicidad, tan sencilla, tan antigua... De pronto, todo se llenó gradualmente de algo que... era un ruido, un ruido estridente, cada vez más machacón. Se levantó sobresaltado y sintió que desde el horizonte, y como viniendo del centro mismo de aquella aurora mágica, algo le arrastraba por un túnel oscuro al son de aquel timbrazo enervante, le arrancaba de la arena blanca y le lanzaba sobre...
Hola Marisol. espléndido tu relato. Me ha gustado mucho. Has rentabilizado estupendamente el tiempo de rehabilitación. Gracias por compartir esta fasceta desconocida.
ResponderEliminarEsperaré a la sigueinte.
Un beso
Marisol me ha gustado mucho tu relato. Tambien me alegra verte por este sendero ademas de vernos en B.M. Deseo que te recuperes totalmente. Te envio un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHuir para escapar hacia uno mismo, legítimo. Huir dejándolo todo, supuestamente atado, bien hecho. En todas partes sale el sol, hasta en el paraiso, lástima de tunel y timbrazo.
ResponderEliminarMarisol, un relato escrito con intensidad, entre el sueño y la realidad, excelente, felicitaciones y petonets. Cuídate mucho.
Nota: Me está costando mucho entrar el comentario, no me sale la verificación del texto para copiar. A lo mejor es culpa mía. !Albrícias! por fin...disculpa.
http://thedailyplanetbloggers.blogspot.com/
ResponderEliminarPor aquí tienes un merecido regalo
cariños de Clark y Lois